Maní, Yucatán: el lugar donde todo pasó
Maní es un pueblo mágico en Yucatán que en maya significa “lugar donde todo pasó” o manik, que es un día en el calendario maya relacionado con el venado.
En esta tierra, como lo indican los orígenes de su nombre, se pueden encontrar vestigios de dicha civilización, así como de la época colonial, donde también tuvo un papel importante.
La evidencia arqueológica en el cenote Xcabachen y los conjuntos arquitectónicos en Tipikal, dan cuenta del establecimiento de grupos humanos desde el período preclásico medio, entre los años 1000 y 400 A.C.
Con la llegada de los españoles, algunos pueblos se aliaron con los conquistadores y ganaron privilegios en tanto que otros, mantuvieron la resistencia hasta 1547.
En ese periodo, frailes franciscanos de dedicaron a evangelizar a Maní y fundaron su tercera sede, comenzaron la construcción de un convento, con una capilla abierta y una escuela de indios, que hoy en día se mantienen en pie y se pueden visitar.
Dada la riqueza de su historia, Maní alberga un abundante patrimonio edificado de la época colonial como el convento de San Miguel Arcángel, fundado en 1549.
Esta pieza arquitectónica que es una de las atracciones principales para visitar, entre sus secretos, es que está construida a su vez con materia prima de las piedras de las construcciones mayas prehispánicas.
Al interior de la iglesia y el convento se encuentran pinturas murales del siglo XVI y siete altares con cinco retablos del siglo XVII que forman parte del colonial mexicano.
Además de esta pieza que conjuga lo prehispánico con lo colonial, otro imperdible es el cenote Xcabachen y el Poc Chuc.
Al visitar Maní, también se pueden encontrar y adquirir piezas de arte textil, X’manikté que significa “siempreviva” y hace referencia a lo eterno, la cual es una de las técnicas de bordado más antiguas en Yucatán.